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jueves, 19 de mayo de 2011

En camión

Una tarea escolar era el pretexto perfecto para tomar un camión por primera vez desde hace mucho tiempo, más de un semestre podría decir.

Como tenía que ir a Plaza Tangamanga, me propuse a tomar un Circuito Exterior desde mi casa e Jacarandas, así que para eso tenía que tomar el camión en Morales Saucito, y a pesar de que tenía toda la intención de entrevistar a toda la gente que podría encontrar en la parada en ese momento, me llevé un chasco cuando vi que solo había una persona allí esperando, y era uno de mis archienemigos, un chaca.

Desechando totalmente la idea de hablar con ese sujeto de patillas engeladas por respeto a mi bienestar, solamente me senté en la banca más alejada de él, e intenté evitar cualquier contacto visual, aunque yo no taba que miraba con insistencia el pequeño cuadernito que tenía en su mano.

Cuando por fin llegó un camión, supuse que ahora si podría tener la oportunidad de entrevistarme con el camionero, pero para mi desgracia, estaba hablando con un amigo, sentado tras de él, en frente de la pantalla que divide la “oficina” del chofer de los demás.

Tras estas decepciones, lo único que me quedaba era entrevistar a algún pasajero sobre la tarifa camionera.

El camión estaba medio lleno, con aproximadamente 15 personas, la mayor parte mujeres grandes, quienes por razones pragmáticas preferí dejar como última opción, sin embargo, tuve la difícil decisión de elegir entre tres lindas jovencitas de apariencia jovial.

Finalmente, elegí a la más cercana a la puerta de salida, y con un ademán y una sonrisa (que espero haya sido tan galán como pensé), le pedí el asiento a su lado, mismo que asintió.

Rápidamente comencé la entrevista, y con una frase de entrada como “¿Te puedo hacer una entrevista para la Universidad?”, es difícil que una persona se niegue, considerando cómo las personas parecen desesperadas para parecer cultas, pero en su caso lo deseche, pues parecía medianamente inteligente.

Con sus respuestas descubrí que me había equivocado, no era una de las personas que solamente se quejaba del gobierno y criticaba todas sus decisiones, ella estaba consciente de lo que los llevaba a tomarlas, y en este caso, si bien no estaba a favor de subir la tarifa, sabía que era más bien necesario para los permisionarios, pues la gasolina ya había subido suficiente como para que un cambio fuera más que necesario.

Tras comentar un poco sobre cómo era innecesario el número de 6.60 como tarifa oficial, y que fácilmente pudieron dejarla e 6.50, ella dice que es muy fácil que los camioneros se hagan de la vista gorda y no te den el cambio suficiente por “no tener feria”, ella al final se bajó en Zona Universitaria y se despidió.

Una linda plática con una linda chica, estaba feliz porque había tanto conseguido la tarea cómo conocido a una mujer inteligente y bella, pero a unas cuadras de que se bajara, recordé que no le pedí su nombre.